“Variability is one of the virtues of a woman. It avoids the crude requirement of polygamy. So long as you have one good wife you are sure to have a spiritual harem.”
-G.K. Chesterton
Me pregunto si cuando Hendrickje Stoffels llegó a trabajar de sirvienta a la casa de Rembrandt Van Rijn se imaginó que se convertiría en la amante del pintor viudo que le llevaba más de 20 años.
No sé cómo empezó la relación entre estos dos, pero estoy bien segura que la chica de veinte años no pudo dejar de conmoverse con la obra del maestro y cuando despertó del ensueño ya estaba enamorada del hombre que la inmortalizaría en varias de sus obras, en algunas la retrató como ella misma, en otras la usó como modelo.
Esta es otra de mis pinturas favoritas de todos los tiempos, en ella puedo presentir el deseo que le despertaba la mujer que llegó un buen día a trabajar en su casa sin saber que también aliviaría su soledad y le proveería un remanso espiritual. Miramos a Hendrickje desde el punto de vista de Rembrandt, con los ojos del hombre que ya la había poseído, la observa en medio de esta atmósfera de calmo erotismo, la chica se levanta los faldones de la camisa con una dulce sonrisa en los labios, el claroscuro no nos decepciona, sigue como un velo guardando el misterio.
No nos atrevemos a asegurarlo, pero tenemos una fuerte corazonada aquí en la redacción de que Hendrickje también posó para esta obra:
Rembrandt nunca se casó con Hendrickje, hacerlo lo hubiera privado de la herencia de su fallecida esposa Saskia van Uylenburg, con la que a duras penas aliviaba sus considerables deudas. Cuando en 1654, la criada convertida en amante resultó embarazada, tuvo que comparecer ante el consejo de la Iglesia por “vivir en el pecado” con el pintor. Las palabras con las que Hendrickje respondió a los cargos nos han hecho admirarla y también nos hacen ver que en ella había más facetas que la de la sensual y trémula modelo del artista: “Admito que he cometido los actos de una prostituta con Rembrandt, el pintor”.
Hendrickje tuvo a su hija Cornelia en Octubre de 1654, y cuando el Gremio de pintores de San Lucas le prohibió al maestro vender sus pinturas, ella y Titus (hijo de Rembrandt con su fallecida esposa) se asociaron y comenzaron a reunir las pinturas del maestro.
Hendrickje murió en 1663 cuando la plaga azotó Amsterdam. Rembrandt la siguió seis años después.