El director tapatío Guillermo de Toro comenta, dentro de los extras del DVD de El Laberinto del Fauno, que las ilustraciones del británico Arthur Rackham lo influenciaron grandemente para el diseño del personaje que da nombre a la cinta. También, en la película Hellboy, el árbol que crece en el altar ante el cual llevan a Hellboy en Escocia era llamado por el realizador, “el árbol Rackham”.
El señor Rackham solía, a sus 18 años, trabajar como oficinista en Londres por allá en los alegres años de la época victoriana. Eran tiempos dickensianos también, aquellos en los que los oficinistas jugaban papeles importantes tanto en la ficción como en la vida real. Arthur iba, en su tiempo libre, a la Lambeth School of Art, y también era ocasionalmente reportero para el Pall Mall Budget. Poco a poco fué tomando confianza para incursionar en el campo de la ilustración, y aunque sus primeros trabajos dejaban ver una gran facilidad para el dibujo, no parecía que fuera a perfilarse como el maestro de la ilustración en el que se convirtió.
Finalmente, en 1892, la oficina le quedó chica a Arthur y renunció a su trabajo de sueldo fijo para perseguir una carrera en el azaroso campo de la ilustración. Fué un artista que se labró su estilo a la vista de todos. Sus primeros trabajos muestran a un ilustrador en la búsqueda de su propia voz. Carecían del alma que más tarde empaparía cada una de sus pinturas.
El florecimiento del estilo que influenciaría a toda una generación de niños y artistas gráficos surgió con claridad en 1905 cuando ilustró el clásico cuento de Irving Washington: Rip Van Winkle. A éste le siguieron obras maestras como las series que ejecutó para ilustrar Sueño de una noche de verano, Sigfrido y el ocaso de los Dioses, Peter Pan, El viento en los sauces y Ondina entre otros.
Rackham también es, junto con John Tenniel, uno de los ilustradores más importantes de la saga de Alicia en el país de las Maravillas, el clásico de Lewis Carroll que anda en boca -y ojos- de todos ahora que Tim Burton hizo su versión de la obra. No me meteré a analizar la cinta. Si gustan leer una excelente crítica de la misma, la opinión que de ella vierten aquí es muy similar a la de su servilleta.
La maravillosa serie que Rackham produjo inspirándose en el texto de Alicia, poniendo su enorme talento al servicio de la fantasía, es quizá el más reconocido de sus trabajos. Aquí, sus líneas sueltas y deslavadas, sus árboles de raíces retorcidas y fantasmagóricas y sus fondos repletos de diminutos detalles hacen parecer que la serie fué concebida ex-profeso para que fuera su mano quien la llevara al reino de las imágenes. Estos dos hombres -Lewis Carroll y Arthur Rackham- incluso estuvieron vivos al mismo tiempo (Carrol murió en 1898, Rackham nació en 1867) este último tenía sólo 31 años cuando el primero murió. Ambos eran hombres proveyentes del mismo contexto y ambiente -la Inglaterra victoriana-, y quizá por ello la amalgama texto-imagen resultó, en este caso tan sorprendente como conmovedora.
Quizá la mayoría de los que vimos la nueva cinta de Burton y que aparte habíamos caminado por por los mágicos y tenebrosos bosques pintados por el pincel de Rackham esperábamos más. Hay un riesgo muy sutil detrás de tanta delicadeza, me atrevo a decir que ahí está el hechizo que vuelve a estas imágenes tan seductoras. Son hermosas, pero hay algo ahí que no acaba de cuadrar. Es la atmósfera del sueño del que recién despertamos, aquello inasible que tan bien logró capturar con algo tan delicado como un pincel.
Asómense a la obra de Rackham, maravíllense. Sus bello trabajo es la antítesis de la Era Industrial que lo hizo accesible a las masas.
Y luego me cuentan cómo les fué.
http://www.wikigallery.org/wiki/artist44431/Arthur-Rackham/page-4