El viernes pasado me encontraba forcejeando con dos cuadros, mi bolsa, mi mochila y todo mi ajuar de pintora que va a su clase en algún lugar de la transitada avenida Patria, como a eso de las 9 am.
Levanté mi mano para parar un taxi. Varios o no me vieron, o llevaban pasaje, o como iban en el carril del centro o en el de la izquierda pues nomás no me pudieron recoger. Mi cuadrejo trabajado se empezó a llenar de polvo, la gente de la parada de camión miraba curiosa el mono pintado en mi bastidor y a mí se me hacía tarde. Por fin se detuvo un carrito amarillo, abrí presurosa una de las puertas traseras, metí mis cosas, la cerré y luego me introduje en el asiento copilotezco tratando de hacer caso omiso a los pitidos, claxons y mentadas de madre de los demás automovilistas. Pensé que la gente está muy, muy mal cuando no puede tener siquiera la paciencia necesaria para esperar tres minutos a que algo se dé.
Mi chófer era una chava. Se llamaba Selene y estaba loca. En el trayecto a mi destino me platicó que le encantan las series de televisión, que estaba bajando la séptima temporada de las Esposas Desesperadas, y que prefiere hacer eso a verlas en la tv porque ABORRECE quedarse con la duda de algo.
Selene es blanca, flaquita, con unos ojos castaños inquietos y pelo largo, lacio y claro. Lo lleva sujeto en una cola de caballo. No puede tener más de 25 años. No lleva ni media gota de maquillaje. Es muy sonriente y trae un Blackberry.
Luego, cuando vió mis bastidores se percató de que soy pintora y comenzó a platicarme de la serie Heroes, donde, al parecer, sale un tipo llamado Issac que también garrapatea telas, y cuando lo hace, pinta el futuro, o sea, lo que va a pasar. Como yo no pude reciprocarle con esa serie puesto que no la había visto, saqué el tema de la serie Lost, y ahí ella resultó ser toda una experta. Le dije que a mí me hartó después de la tercera temporada por todas sus mafufadas, y que al final todos hayan resultado muertos pues, la verdad, para la pequeña parte sumamente pragmática de mi mentalidad, fué una especie de insulto. A veces me gusta que me expliquen todo con tesis doctoral. Cuando ví Lost estaba en un corchete de aplastante realidad y por eso no la toleré. Selene se encargó de explicarme de que iba la supuesta magia de la isla; pero la verdad no encontré satisfactorias las espuestas. En eso, ella olvidó como se llamaba el líder de “Los otros”, yo le dije que Ben, luego ella quiso citar el nombre de un tipito que ayudaba a Ben. Ahí no la pude ayudar. Fué entonces cuando me enteré de cuánto detestaba Selene quedarse con la duda de algo.
Sacó su Blackberry, buscó en la internet, hasta que mejor prefirió llamarle a su novi@; “amorcito” le dijo, “¿cómo se llamaba el hombre guapo que ayudaba a Ben, el que se pintaba los ojos?” yo estaba preocupada porque Selene no veía el camino, al fin su amorcito le dijo que el nombre que buscaba era Richard. “Si, Richard, ¡claro!!” dijo carcajeándose. Resultó que ella tampoco era capaz de esperar tres minutos.
Me dejó un ratito después. Le pedí su número. Puede que un día necesite una taxista. O platicar con otra hermana geek (porque soy afortunada y ya tengo varias) o cronicar otro personaje fascinante de tantísimos que caminan anónimos por esta ciudad.
Cuidaos, gente interesante, guarden sus historias.
D.