Hay gente que no sòlo compra tu obra, sino que comparte la interpretación contigo, te provee de alimento espiritual, sabes que está ahí aunque no lo veas, que se mantiene en contacto, siempre tiene palabras de aliento y un perenne interés en como va tu viaje por el camino del lápiz y el pincel. Gracias a Claudio Jiménez y a Inés Palomar, a Stan Osofsky y a Sergio Quintor, a Adolfo Herrera, a Tessie Solinís, a Juan Enrique Jacobo, a Mario Franco, a Sarah Prado…claro que hay muchos, muchos más, aunque estos son los nombres de los unicornios que ahora me vienen a la mente.
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