“Oh my hero, so far away now, will I ever see your smile? Love goes away like night into day, it’s just a fading dream. I’m the darkness, you’re the stars, our love is brighter than the sun. For eternity, for me there can be, only you my chosen one. Must I forget you, our solemn promise? Will autumn take the place of spring? What can I do, I’m lost without you, speak to me once more!”
-La canción que Celes canta cuando suplanta a Maria en la Casa de la Ópera
Creo que no dejo de revelar desvergonzadamente mi edad cuando hago este tipo de posts que ubico en alguna época cronológica de mi ñoñaza vida. Pues ya que.
¡Y luego me doy cuenta de que todo está conectado! Por ejemplo, cuando conocí esta obra maestra de los Role Playing Games (RPG) concebida por los gigantes de Squaresoft y leí el instructivo que acompañaba al cartucho del SNES comenzó mi enamoramiento por los dibujos del -oh, wow- fascinante Yoshitaka Amano, su canutero maravilloso ilustró el manual del juego, y luego que me voy enterando que el señor también diseño al trágico José Miel, y a los azotados de la Fuerza G. Es como si toda mi vida estuviera entretejida en una compleja clave ñoña que se sigue construyendo hasta la fecha. Pero bueno, paremos ya con el túnel del tiempo y comencemos a perorar sobre lo que nos ocupa: el mejor juego de la serie Final Fantasy hasta ahora, o sea el sexto de la saga. (Final Fantasy VII también es maravilloso, pero no me obsesioné ni por asomo con Cloud, Tifa & Co. de la misma manera que adoré a Terra, Edgar, Locke, Celes & +10) Esta es mi opinión y hasta que no salga otro FF que me conmueva como este pues me temo que no cambiaré mi parecer.
La historia comienza con tres misteriosas siluetas que marchan hacia la ciudad minera de Narshe en medio de una terrible tormenta de nieve. El trío va montado en sendos Magitek, (vehículos que fusionan avanzada tecnología con artes arcanas), uno de los integrantes es una chica a la que controlan mediante una corona que lleva en su cabeza. Van en búsqueda de una Esper (seres fantásticos que ostentan poder mágico y que según esto no han sido vistos en mucho tiempo) que supuestamente fue encontrada en las profundidades de las minas. Las cosas se complican cuando al encararse este ser con los soldados y la chica monta en cólera y asesina a los dos milicos. Ella logra recordar su nombre: Terra. Terra resulta ser una amalgama bastante peculiar de Esper y ser humano, estaba siendo controlada por El Imperio -¡Malditos perros!- una especie de gobierno totalitario bajo cuyo yugo se encuentra todo el planeta.
Terra, ignorante aún de sus orígenes, es rescatada de la oscuridad de los túneles por un sujeto con muchos problemas: el cazador de tesoros Locke Cole.
Locke no es un vulgar raterillo, es un cazador de tesoros de la más alta categoría (aunque para llevar a cabo su oficio recurra al sigilo, el engaño y las artes histriónicas). Pertence a una banda de oposicionistas indignados que le hacen la guerra (o eso quisieran) al Imperio. El subversivo grupo se hace llamar The Returners y tiene entre sus filas gente bastante pesada, entre ellas está el rey ingeniero-mujeriego-encantador Edgar Roni Figaro y su renegado hermano, el fisicoulturista-monje zen Sabin René Figaro. Terra se les une en un intento por recuperar su identidad y además sorprendiéndose de descubrir la humanidad que le fué arrebatada desde niña. Esta bella mujer tiene unos poderes de dar miedo: lanza fuego a voluntad y constituye para el resto de los sorprendidos returners la primera oportunidad de poder inclinar la situación a su favor. Conforme transcurre la trama, entran en escena Celes Chere (una de mis favoritas) ex-general del ejército a quien estan a punto de condenar a muerte por haber tenido un ataque de moralidad antes de seguir ejecutando las órdenes homicidas del Imperio, a Celes desde niña la inocularon con magia así que ella también puede emplear las artes arcanas, en su caso domina el hielo. Chere es rescatada por Locke y estos dos mantienen una tensión romántica-sexual durante toda la trama, la ex-general se enamora del ladrón, pero éste no es libre de entregar su corazón porque una secreta culpa lo carcome, un complejo terrible es lo que lo impulsa a rescatar mujeres a diestra y siniestra: resulta que la mujer con la que iba a casarse sufre un accidente en una de las expediciones caza-tesoros de Locke, ella pierde la memoria y, repudiado por sus futuros suegros, Locke abandona el pueblo solo para regresar tiempo después y enterarse de que su amada murió en un ataque del Imperio (les dije que este hombre tenía problemas, y miren que no les he dicho lo peor).
Y la historia sigue y el grupo se hace más grande, complejo e interesantísimo, se les une el ludópata Setzer Gabbiani, propietario del único dirigible en el mundo (otro traumado por haber perdido a su amor) Cyan Garamonde, un soldado que habla como Shakespeare y que perdió a su esposa e hijos envenenados por el Imperio (todos estaban bien mal caray), Gau, un niño feral que fue abandonado por su padre, Relm Arrowny, una insolente huérfana pintora y su abuelo, el anciano mago Strago Magus, Shadow, un ninja misterioso (luego resulta que es el padre perdido de Relm) que viaja con su perro Interceptor. Todos estos personajes tenían en común problemas bastante adultos, el diseño de personajes es soberbio, ninguno de ellos parecía integrante de Boy Band (cosa que sucedió con los siguientes Final Fantasy, desde el VIII) y ninguno de ellos albergaba móviles simples para unirse a tan kamikaze aventura.
Y huy, faltan los villanos. El primero es el monigote del Emperador Gestahl, un tipo bastante soso que poco a poco va llenándose de miedo por su supuesto subordinado, el mejor villano -según yo- que ha dado un RPG, estoy hablando de nada menos y nada más que el Señor Kekfa Pallazo: un sujeto completamente amoral, sicópata -o sea que es incapaz de sentir emociones- mordaz, encantador y absolutamente loco. Tiene una de las risas más reconocibles en la historia de los videojuegos. Parece que Kekfa fue de las primeras personas en las que el Imperio experimientó cuando intentó infundir con magia el cuerpo de un ser humano, y todo el proceso que significó ser rata de laboratorio terminó resquebrajando su cordura al mismo tiempo que lo convirtió en un arma letal. Kekfa es, al final del juego, una especie de monstruoso semidiós al que cuesta un hue#$% derrotar.
No hablaré del gameplay, la música, los diálogos, los poderes, subtramas que se ramifican de la historia principal y demás monstruos (aunque el pulpo Ultros es entrañable), eso redescúbranlo ustedes, desempolven su SNES o saquen la versión que salió para el primer PlayStation y revivan la aventura.
A pocos personajes he amado como a esta tropa. Y el amor sigue vivo 16 años después.