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Mi Bill

El gordo, el tambachón, mi Bill, mi perrito schnauzer de casi 13 años está hospitalizado desde hace casi una semana, está viejito y aunque es un luchón su cuerpo no está reaccionando a la par que su mente. Casi 13 años de que este perrito, junto con la Hilaria ( mi french que murió hace dos años después de meses de haber sido diagnosticada de diabetes ) y Gu ( una hermosa mezcla de french y schnauzer que nació en mi cama y que murió hace tres meses de hepatitis ) ha sido mi compañero de ocio, de comidas, mi contertulio, mi proveedor de besos de perro, mi desmadrador de camas bien tendidas, mi dador de patitas, mi llorón, mi tragón de salchichas cocteleras, mi confidente, mi testigo de la hechura de todos mis cuadros, mi infalible juez de carácter ( se orina en las pertenencias de la gente que no le cae bien ), mi geniudo, mi ladrador, mi perrito-conejo, mi chiquito de los profundos ojos café y barbas de brocha, mi meneador incansable de su muñoncito que tiene por colita, mi muégano, mi perdona-todo, mi adorador del refri, mi barbón neurótico, mi tragoncillo, mi perseguidor de naranjas, el último que queda de este fabuloso trío. Puede que pronto se vaya, yo voy a estar con él cuando lo haga y a sostener su cabecita en el trance, y a murmularle todo lo que lo quiero al oìdo.
¿ Es esto cursi ? Supongo que para los que nunca han amado a un animal sí.
Bill, tal vez te vayas, pero te vas quedar en mis cuadros, gradualmente aparecerás y la gente te conocerá.