Tengo unos pocos meses de haber retomado el grabado. Estoy muy feliz de haberlo hecho. Y pues siendo una privilegiada aprendiz en el taller del maestro José Gutiérrez, me decidí a convertirme también en una informante de los increíbles procesos que se suceden dentro de estas cuatro paredes de este laboratorio de alquimia gráfica.
A lo largo de mi carrera en las artes, me he dado cuenta de que la gente tiene poquísima o nula idea de lo que significan, en las fichas técnicas de los cuadros en las exposiciones, palabras como: “aguafuerte”, “aguatinta”, “punta seca” y, en fin, todas aquellas que designan variantes del vastísimo mundo de las técnicas de estampación. En anteriores posts me he referido a algunas sin explicarlas antes, ahora lo haré, y les pido que si algo no queda claro, me lo hagan saber.
En una charla que tuve con el maestro, se me reveló que el mundo de los grabadores es más amplio de lo que yo jamás llegué a imaginar. Por ello, los posts en los que les descubriré lo que sucede en un taller de este tipo serán muchos (no sé cuantos). Espero lograr que se sientan dentro. Una vez dicho esto, ¡empezamos!
Para empezar, las técnicas de grabado se dividen a su vez en tres grandes áreas:
Técnicas en hueco-> En las que la tinta se aloja en las partes que quedan por debajo de la superficie de la matriz. Lo que se incide, quedará en negro.
Técnicas en relieve-> En las que la tinta queda en las partes que sobresalen de la matriz. Es exactamente lo opuesto de las técnicas en hueco, lo que se incide, quedará blanco.
Técnicas planográficas->En estas técnicas, la matriz no está incidida de ninguna forma. Las imágenes producidas de esta forma se obtienen por el traspaso de las tintas aplicadas directamente sobre la matriz, o haciendo pasar tinta a través de una malla o pantalla. De estas técnicas son un ejemplo la litografía y la serigrafía.
Las técnicas en hueco se subdividen en dos: las directas y las indirectas, estas últimas se vuelven a dividir en otras dos: aguatinta y aguafuerte. Suena bastante embrollado el asunto, pero sigan conmigo y lo iremos desenredando. En este post trataremos el aguafuerte, una técnica bellísima, empleada ampliamente por grandísmos maestros como Rembrandt, Doré, Kathé Kollwitz, Félicien Rops y Durero sólo por mencionar algunos.
El aguafuerte es llamada una técnica indirecta porque los trazos sobre la matriz (que siempre es una placa metálica, siendo el cobre y el zinc los materiales más empleados. Por cierto que a todas las técnicas de grabado sobre metal, se les llama calcografía) no son abiertos directamente por el artista, sino que son incididos por una sustancia a la que se le conoce como mordente. Los mordentes pueden ser o no ácidos. De estos últimos, entre los más empleados están el ácido nítrico y el sulfúrico, entre las sales, el percloruro de hierro es el más usado.
De los metales, es el cobre es el más estable y “predecible” de todos. Es la elección de muchos grabadores. Yo me encuentro usando zinc por su docilidad y su receptividad al ácido que estoy empleando.
La placa debe ser barnizada una vez que haya sido cortada. Hay varios tipos de barniz, dependiendo de los resultados que deseas obtener. En este caso emplearé un barniz duro, ya que deseo ver una gran definición y precisión en las líneas que trazaré.
El grabado no queda terminado sólo con una entrada: se necesitan varias para llegar a los tonos deseados. En esta metida al mordente, la placa permaneció sólo 20 segundos lo que nos dió unos grises suaves. A mayor tiempo en el ácido, más profundo el atacado y más oscura la línea. Aquí entra en juego la pericia del grabador y la claridad del artista para definir los tiempos. La intensidad de las líneas se traduce en minutos en el ácido. Para ver cómo va el trabajo se debe retirar el barniz con aguarrás, entintar e imprimir. Luego aplicar otro barniz y volver a trabajar. Es un brete. Y también un placer.
Pueden ver que, en efecto, es el mordente quien graba las líneas. Es como un mediador entre la mano del artista y el metal, por esto es una técnica indirecta.
Este grabado aún en proceso, en un próximo post se los mostraré terminado.
Los grabados ejecutados con barniz blando llevan básicamente el mismo proceso: la placa se calienta, se aplica el barniz. La diferencia estriba en que este es muchísimo más sensible. En el barniz duro, puedes apoyarte sobre la placa sin que la presión de tu mano perturbe el barniz; en el blando tal cosa lo arruinaría. Así que se debe trabajar sin tocar la placa mas que con la punta, o como lo he hecho yo: pongo un papel sensible sobre la placa, y trazo sobre él, como si se tratara de un dibujo, empleando distintas presiones. El barniz blando se levantará donde yo aplique mayor fuerza y menos donde la intensidad sea mas débil, lo que resulta en una transferencia fiel del trazo en la placa. Al terminar se sumerge en el mordente. Como no es pareja la forma en que el barniz ha sido retirado (al contrario que en el duro), el ácido “morderá” de manera distinta las áreas completamente descubiertas y será más suave con las que tengan un destapado más sutil. Los grabados en barniz blando suelen ser confundidos con dibujos dado la fidelidad con la que traducen el trazo del artista.
A continuación les mostraré el proceso de entintado de una placa al barniz blando. Un arte por sí mismo. No sé que haríamos los artistas sin los maestros grabadores e impresores. Aquí, el maestro José Gutiérrez.
Como pueden ver, el aguafuerte puede ser trabajada con los dos barnices, cuando miren un grabado en una exposición que diga: “Aguafuerte”, ya saben exactamente a qué se refieren. En nuestro idioma, a un aguafuerte se le relaciona inmediatamente con el barniz duro, y a los trabajados con el blando se les designa como: “Barniz blando”. Pero la realidad es que ambos son aguafuertes.
Los dos barnices pueden ser usados en una misma placa, un artista puede comenzar con un barniz blando y terminar con uno duro, dependiendo de lo que desee lograr, de su habilidad y del grabador que lo acompañe.
Los dejo con una aguafuerte por Rembrandt, observen las líneas bien definidas, característica que delata enseguida que empleó un barniz duro.
En esto termina nuestra primera excursión por el taller de grabado, ¡nos vemos en la parte II!
¿Fascinante no?