Saskia fisgonea la cocina, hambrienta después de haber presenciado el horror de sus tías. Sabe que ella ha tenido la culpa también, se sabe confiada, les abrió la puerta sin preguntarles quiénes eran. Apenas hay nada en la despensa, todo se lo han comido las mujeres. No se ocupan bien de ella. Entonces las ve, las hileras de mariposas muertas, suspendidas en almíbar, dentro de decenas de botellas de cristal. Ahora sí, quizá por primera vez en su corta vida, Saskia se empieza a enojar. Acuarela y grafito sobre tela.
Saskia Lumosi y sus tías de ojos naranja
La madre de Saskia muere dejándola sola. Ella es una niña extremadamente ingenua que le abre la puerta de la casa a cualquiera. Un día llegan tres mujeres que dicen ser sus tías. Serán las primeras en enterarse cómo es esta niña cuando por fin se enoja.
Saskia supo que no eran sus verdaderas tías. Quizá ahora su vengan sus parientes. Pero por lo pronto, ella ha aprendido a cuidarse sola y a defender sus límites. Su mamá quizá estaría escandalizada, pero sin duda orgullosa. Ahora sale, sin olvidadarse de poner el cerrojo. Acuarela y grafito sobre tela.
Saskia invita a sus supuestas tías a una cena. Una cena muy especial. Las mujeres están encantadas: piensan que porfin la hosca niña amante de los insectos se ha doblado ante su carisma. Pero es demasiado tarde cuando se dan cuenta de que la mocosa ha usado las mariposas en almíbar para preparar el exquisito potaje que se devoraron sin casi sentir. Los miembros se les agarrotan y el aire se congela en sus gargantas tal como Saskia lo sospechó: alérgicas a las mariposas. Acuarela y grafito sobre tela.
Saskia tiene un tesoro secreto. Un pequeño dragón blanco que flota dentro de una redoma de cristal. Tras la revelación de las mariposas, decide que necesita valor para hacer lo que debe. Así que se bebe al dragón de un sólo trago. Acuarela y grafito sobre tela.
Horrorizada, Saskia descubre a sus tías en torno a un caldero humeante, sus caras torcidas en muecas monstruosas, el sonido de sus risas hace vibrar las vísceras de Saskia y los cristales de las ventanas. No puede creer que estas mujeres sean las hermanas de su madre. Luego, una de ellas, casi indolentemente, arroja una mariposa al caldero, que ya bulle de alas multicolores. Saskia se queda clavada en su puesto, ahora comprende porqué cada vez encuentra menos mariposas en sus paseos furtivos. Acuarela y grafito sobre tela.
Una noche, unas risas extrañas, estridentes, despiertan a Saskia. Incapaz de volver a dormirse, decide descubrir quién las causa. La mariposa azul va en pos de ella. Acuarela y grafito sobre tela.
Saskia sale de casa sin permiso e invita a entrar a una mariposa. Desde lejos, una de sus tías la ve. Acuarela y grafito sobre tela.
Saskia ama las mariposas. Son sus animales favoritos, y lo eran también de su madre. A sus tías parecen no agradarles nada. Acuarela y grafito sobre tela.
Saskia se quedó sin mamá. Unas mujeres han venido a hacerse cargo de ella. Les abrió la puerta sin preguntarles quienes eran, ellas dijeron que eran sus tías. Acuarela y grafito sobre tela.