Pero no olviden sacarlos a orear cada siete días, de otro modo el demonio en cuestión entra en ebullición y es propenso a causar todo tipo de destrozos y/o mugreros. O mejor aún, tomen algún curso de adistramientos de estos seres de la fauna interior, a veces resulta inmensamente conveniente soltarlos en los momentos álgidos en los que uno necesita una mega dosis extra de cojones. Es muy importante platicar con ellos. No hacerles caso provoca gastritis, colitis, ansiedad, el infame síndrome premenstrual y eso es lo menos. Mantengan un ojo en el pozo. Vigilen su espalda.
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