No se sabe si Mirna es verdaderamente muda o si más bien nunca ha sentido la necesidad de hablar. Sus compañeras la consideran un enigma: fría, soberbia y endemoniadamente talentosa. Camina con la cabeza en alto, sus pasos largos resonando por todo el edificio. Haciendo un gesto de sus largas agujas puede darse a entender con absoluta austeridad. Su olfato es tan fino que distingue el olor de cada partícula de color, su tacto tan agudo que conoce los tonos pasando una mano por las telas con los ojos cerrados. Ama su trabajo. Nació para esto. Acuarela y grafito sobre tela.