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Cruces de Neón, notas a pie de página

Son las cruces de neón que coronan las torres del Expiatorio lo que se vé desde la ventana de mi cuarto. Y pasan de la una a.m. mientras pienso que por fin he agotado el tema. Ahora hay una nota al pie de página en este tomo de mi vida.
El domingo, mientras regresaba de mi chamba de cuentacuentos (desveladísima) sobre la altísima Babel, me preguntaba cómo irían a ser los recuerdos de esta época, miré mi sombra sobre el pavimento: larga y curvada sobre los baches de la calle Libertad. Me imaginé dentro de veinte años, parada sobre esa calle, tal vez recordando que ahí cerca aprendí a andar en bici y tal vez suspirando como hacen las personas mayores al recordar su juventud y cómo ha cambiado el paisaje.
Y la de cosas que aún me sucederán, y que volveré a vivir al acordarme de ellas.

En eso me dí cuenta de que me estaba deslizando en un corchete melancólico de esos de un tono azul plomo a una hora muy inapropiada, el domingo se extendía, largo, repleto de horas, ante mí.

Más tarde, tendida sobre los cojines de la Mansión Belga, supe que todo estaría bien, volví a encajar en mis goznes. El amor volverá. Mientras tanto trabajaré, y me divertiré.

En la FIL, ambos términos serán intercambiables.

Cuídense siempre.

P.d.- ¡No de dejen de visitar el sitio de porquería que es composta.net ni el blog Cultura Pirata donde podrán encontrar nuestra lobuna cobertura de la FIL!