Cuando las provisiones se acaban, las cosas se ponen feas. Los cónyuges comienzan a pensar en qué sabor tendrá la carne del otro. A final de cuentas, es otro ritual de posesión, otra forma de conocerse mejor. Y ni les gustan los chícharos. Grafito y acuarela sobre tela.
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El Chícharo Discordante
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