Hoy se cumplen 35 años de de que la pelicula «Monty Python and the Holy Grail» o, «Los caballeros de la mesa cuadrada», como fué llamada en Latinoamérica, fuera lanzada en Estados Unidos. Para comemorarlo, más de 60,000 personas han bombardeado con citas proveyentes tanto de las cuatro cintas del genial sexteto de cómicos británicos como de sus sketches televisivos, la red social facebook.
La cinta, lanzada en 1975 y protagonizada por los Monty Python (Graham Chapman, John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin) está basada -vagamente- en las aventuras que el Rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda viven para encontrar el más elusivo, sagrado y venerado objeto de todos los tiempos: el Santo Grial. Si al final de su periplo encuentran la reverenciada pieza de vajilla o no, es algo que no les revelaré aquí por si no la han visto. Lo que cuenta es cómo los ingleses se valen de la leyenda del Rey Arturo para hacer una ácida crítica social de la Inglaterra moderna a través de una puesta en escena medieval absolutamente divertida, inteligente y absurda. La falta de presupuesto es notoria a lo largo de sus 91 minutos de duración -fué rodada en sólo un mes-, pero eso no impidió que se convirtiera en un clásico, y las consecuencias del escaso presupuesto inspiraron algunas de sus escenas más memorables. Un ejemplo de ello es el hecho de que, debido a la imposibilidad de alquilar caballos reales para el film, los caballeros aparecieran en pantalla junto a sus escuderos, que entrechocaban dos cocos entre sí para imitar el sonido de los animales. Esta original idea se convirtió en una de las muchas señas de identidad de la película.
Hay muchos personajes inolvidables, por supuesto, aparte de los caballeros. Mi favorito es el salvaje conejito de Caerbannog -interpretado por la mascota de una buena anciana y un mono barato de peluche embarrado de sangre de utilería-, a quien deben derrotar usando la santa granada de mano de Antioquía -una parodia al Orbe Soberano, pieza fundamental de las joyas de la corona de Inglaterra, presente en todas las coronaciones- no puedo dejar de mencionar a las sensuales chicas que habitan el Castillo Antrhax, sin más ocupación que bordar provocativas piezas de lencería -a donde va a parar Galahad, el casto caballero y luego es «rescatado» por Lancelot– los soldados franceses, los caballeros que dicen Ni, y no podían faltar los villanos por excelencia: la policía.
La cinta tiene un final completamente inesperado pero encaja a la perfección con el grado de delirio y absurdo que alcanza el humor de la película.
Ya no les cuento más, véanla. Y bótense de la risa. No se pierdan las otras cintas de los Python (And now for something completely different, Monty Python´s Life of Brian y Monty Python´s The Meaning of Life) y los sketches del programa de televisión que tuvieron a finales de los sesentas en el Reino Unido: Monty Python´s Flying Circus.