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El infierno estuvo en Whitechapel

This book is dedicated to Polly Nichols, Annie Chapman, Liz Stride, Kate Eddowes, and Marie Jeannete Kelly. You and your demise: of this things alone we are certain. Goodnight, ladies.
– Dedicatoria a las víctimas de Jack el Destripador, de la primera página de la novela gráfica «From Hell»
El barrio de Whitechapel, a finales del siglo XIX

Desde pequeño, William Gull soñaba con ser elegido para una gran tarea. Una tarea que enzalzara la gloria de Dios en la tierra. Era un niño de curiosidad desbordante, y nada lo detenía en sus pesquisas para encontrar respuestas a sus interrogantes. Destazaba pequeños animales para descubrir los órganos que ocultaban sus peludos vientres, e incluso llegó a abrirle y cerrarle un ojo al cadáver de su padre frente a su doliente madre sin que ésta se diera cuenta. Tal vez sólo quería mirarlo a los ojos una última vez. O quizá ya se translucía la frialdad de su alma. Con el tiempo se convirtió en un médico de renombre en la Inglaterra victoriana. Hombre de éxito y prestigio, se casó no por amor, sino porque el estado del matrimonio le añadía respetabilidad y estatus. En la noche de bodas prácticamente violó a su mujer en medio de la oscuridad.

Fué aceptado en la hermandad masónica. Y nombrado médico de la casa real.

Su sueño comenzó a cristalizarse cuando la Reina Victoria en persona le pidió un enorme favor, un favor que, por supuesto, beneficiaría a todo el Imperio Británico. Gull practica una cirugía cerebral a Annie Crook, una chica internada en un manicomio. Crook solía trabajar como dependiente en una tienda del East End de Londres. Esta chica comete el imperdonable error de casarse en secreto con el príncipe Alberto, y además, tiene una hija con él. William Gull daña su glándula tiroides privándola de la cordura para siempre. De esta manera, la amenaza de escándalo se disipa brevemente, hasta que un grupo de cuatro prostitutas de Whitechapel – amigas de Annie Crook y testigos de su boda con el príncipe- desesperadas por conseguir dinero para comprar su paz a una banda de rufianes que las están amenazando, intentan chantajear a la familia real pidiendo una recompensa a cambio de su silencio.

Es entonces cuando los servicios de Sir William Gull son requeridos de nuevo.  Así es como la leyenda de Jack el Destripador, escrita con sangre en las losas de las callejuelas de Whitechapel, también es recreada por dos manos extraordinarias: la de Alan Moore en el guión, y la de Eddie Campbell en el canutero, entregándonos una novela gráfica conmovedora en su brutal representación de estos sucesos en la Inglaterra de finales del siglo XIX.

El nombre de esta obra es «From Hell», la casa editorial es Top Shelf, y consta de 572 páginas en su edición compilada.

Portada de la novela gráfica. La puedes encontrar en Comicastle

La dupla Moore-Campbell no pudo haberlo hecho mejor: la obra es una belleza. El guión de Moore nos adentra en la psique amoral de Gull, nos revela sus motivos, arroja luz en la sombra negra que es el alma de este hombre, transfigurado por la fuerza de su misión. El arte de Campbell nos lleva por las entrañas de ese otro personaje pivotal de la obra: la ciudad de Londres y todo su pasado pagano con sus claves antiguas, sus símbolos, su dolor y su gente.

William Gull rebana la garganta de la desdichada Polly Nichols mientras la hace recitar una alabanza a Ganesha, el dios hindú con quien compara a a Joseph Merrick, el hombre elefante quien en estas viñetas luce el rostro tapado

El barrio donde ocurrieron los crímenes: Whitechapel, era en aquellos aciagos años de fin de siglo un lugar densamente poblado por judíos, y en una estemecedora imagen, Moore propone un paralelismo al inicio de los asesinatos con la concepción de Adolfo Hitler en Austria: Klara y Alois Hitler hacen el amor y justo antes ella tiene una pesadilla: una iglesia desbordada por sangre judía. Adolfo Hitler nació en abril de 1889, lo que ubica su concepción mas o menos en agosto del año anterior: justo cuando se dieron los crímenes.

El guión nos presenta también a muchos personajes de la época: Karl Marx, Joseph Merrick y Oscar Wilde entre ellos. La técnica de Campbell lleva la critica social al terreno de la plástica cuando retrata las jornadas disímiles de Gull y una de sus miserables víctimas: Polly Nichols. Las viñetas que representan la opulenta vida del médico están ejecutadas en tinta con agua, dándole una sensación visual de ensueño y suavidad a la imagen, en contraste; la cruel realidad de la prostituta es delineada con sombras duras, líneas caóticas y quebradas.

Es la prensa amarilla la que bautiza al asesino en su afán de vender más diarios. Scotland Yard, puesta sobre aviso de la misión de  William Gull, no levantará un dedo para detener la masacre. El inspector Frederick Abberline, una mera ficha en el tablero de la conspiración e ignorante de la corrupción a la que se enfrenta, investiga los crímenes internándose en ese infierno carente de esperanza llamado Whitechapel, sin saber que lo suyo es una causa perdida.

La misoginia del ambiente no deja de estar latente viñeta a viñeta: a nadie le importan estas muertes, porque por su condición son invisibles, porque ya no son jóvenes, porque son prostitutas, porque son mujeres, nadie las echará de menos.

Tal vez por eso Moore les dedicó la obra.

«I cannot reveal anything except of this: of course, we knew who (the Ripper) was, one of the highest in the land»
El inspector Frederick Abberline, citado por Nigel Morland, editor, en The Criminologist, 1979.