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Una navidad dehesas viejas

Érase que se era una mujercilla que recién había desarrollado la pretensión. En el umbral de los 30 aparentaba muchos menos años ( por lo menos eso le decía mucha gente ), un mes hace que descubrió el corte de pelo que mejor le queda; curiosamente es el mismo que traía en la primaria.
Hoy esa mujer está estrenando trapos, un placer que aún le resulta nuevo pues pasó la mayor parte de su vida luciendo como un costal de papas. Esta persona contraatacó la depresión que amenazó con arrastrarla el domingo pasado con una medida tal letal como placentera: activar la tarjeta de crédito que guardaba en hibernación desde agosto en el armario de su estudio. Y sé de buenísima fuente que corrió al recientemente abierto Palacio de Hierro a hacerse de un ipod, mismo que tardó media hora en abrir con unos dedos romos como de sapo por el horrendo vicio de comerse las uñas.
Despuès de haber pagado por primera vez en su vida con dinero plástico, y observando con inmensa alegría que la gente se ha pasado por el arco del triunfo el nausebando eslogan de la plaza: «Andares, una prueba más de que hay niveles«, procedió a calarse en sus sudados pies chanclas de Prada, Versace y Donna Karan ( por cierto, las dependientas le pidieron que se pusiera unas medias antes de introducir su naco apèndice en las chanclas ) las botas, tacones y botines eran indudablemente monos, pero esta mujer no es la clase de persona que gastaría 5,000 pesos en un par de zapatos, sólo se las probò porque el placer de hacerlo resultaba irresistible. Y por ver las caras de las dependientas al comprobar que su intención era no comprar nada.
Nada mejor que unos converse usados.

Y…¡ Lo mejor de la cena de esta navidad fué el vino Dehesas Viejas y la mesa de postres ! Apenas compensaron el pavo seco como fibra de tallar callos y el espaguetti insaboro.

¡Hola 2009! Sé bueno con todos por favor.