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Vivir en una galería

Este viernes cumplí años y decidí, el mismo día, abrir mi galería. Desde hace algún tiempo aprovecho el día de mi onomástico para empezar cosas importantes. Hace dos años fue el lanzamiento de esta página web, este año el nacimiento de la Diana Martin Gallery: un lugar que ya llevaré conmigo a dondequiera que vaya, una marca que a lo largo de los meses iré haciendo crecer poco a poco. Volví de Los Ángeles con este propósito y después de un par de meses de ajustes hela aquí.

Este viernes cumplí años y decidí, también, que prepararíamos un ramen para todos los invitados. La idea era alimentar no sólo los ojos de los visitantes con la obra en las paredes sino también estimular sus papilas gustativas. Si el arte llega al alma, la comida tiene un atajo hasta el corazón. Y así fue como inauguramos: entre platos de ramen tonkotsu, bebidas, música, amigos de toda la vida y amigos desconocidos de amigos. Poco a poco queremos ir tejiendo esta cadena de contactos de personas amantes del arte que estén dispuestos a invertir en una reproducción firmada de excelente calidad y que además, ya va enmarcada. Lista para colgarse. Y además a un súper precio: mil pesos cada una. Sí, con el marco incluido.

Los "toppings" del ramen que ofrecimos en la apertura-festejo de cumpleaños. Listos para ser servidos.
Los «toppings» del ramen que ofrecimos en la apertura-festejo de cumpleaños. Listos para ser servidos.

Este viernes la fiesta se dividió entre la azotea y la galería. La gente fluyó muy bien en esta casa donde las plantas han crecido a su antojo bajo nuestro constante regar. Cuando llegamos dábamos por muertas a algunas, pero las semanas de fieles cubetazos de agua a la puesta de sol las han convencido de arrojar nuevas hojas.

Y otra cosa maravillosa sucedió: el sábado que hizo un clásico calorón de mayo pasamos frente a una veterinaria donde estaban dado perritos y gatos en adopción, vimos a una perrita negra al fondo de la tienda; en la jaula de la esquina inferior izquierda. Apenas se la veía, pero ella, aguerrida y estresada, arañaba el acrílico que hace las veces de barrotes en esos cubículos-celdas. Preguntamos por su nombre.
Molly. Como Molly Grue la de El Último Unicornio.

Molly abajo de la boda de los Dodós. Ella ama esta banca.
Molly abajo de la boda de los Dodós. Ella ama esta banca.

Así fue como al abrazarla nos dimos cuenta de que sí la queríamos, corrimos por los papeles necesarios y ahora vive aquí, en la Diana Martín Gallery. Es una custodia encantadora con una historia de abandono y maltrato que sólo hace que la quieras más.

¿Pues qué más puedo agregar? Si gustan conocer el espacio y las reproducciones disponibles manden un mensaje aquí para agendar una cita, también pueden mirar la página de inicio donde hemos subido las imágenes disponibles.

Las y los esperamos,

Un abrazo.

Diana Martín.