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La inquietud sin nombre

Lo siento lo siento lo siento, he tenido el blog francamente abandonado, y si muchos ya ni se dan la vuelta lo entiendo. El año nuevo me tomó de sorpresa. Voy terminando mi cuarto mes en la Mansión Belga y esta soledad a veces partida por mitad me tiene bastante turulata. Me queda claro que en este momento no podría, bajo ningún concepto, vivir sola. Se me botaría la canica. Chayo me agarró en un baño de un café el 24 de diciembre. Me le había estado escapando, me he convertido en una segunda Houdini, huyendo de ella con todas mis fuerzas. Y ahora tengo rato de haber vuelto al trabajo. Saskia ya no está en el subterráneo, ando trabajando en los gourmets, estarán en Marzo en la Alianza Francesa si todo sale bien. La situación es privilegiada, lo sé con mi mente racional, pero el juego de los anhelos no me deja en paz. Habrá que abrir mas caminos, y trabajar mucho más. Crecer más el colmillo mientras afilo los lapicitos.
Se despide el pan, este pan que quiere mucho a tod@s sus amig@s.

El viernes hay aquelarre. Auuu.