«If your pants are falling down, you need #suspenders»
-@marinna_lynne
«Looking good and dressing well is a necessity, having a purpose in life is not»
-Oscar Wilde
Desde las oficinas de este callejón de cochinada declaramos que nuestra redactora en jefe es bien adicta a las garras y al glamour. No nomás a los cómics y demás exquisitas ñoñadas. Esto ha llegado a un punto en el que se pregunta qué hará para poder seguir solventando todos sus gustitos. Pero en fin, le cedemos la voz cantante para que hable de su más reciente adquisición en lo que se refiere a accesorios:
«Estaba yo una noche tuiteando alegremente esperando que me diera sueño cuando, en medio del nacimiento del hashtag #pedasolitaria, me dí cuenta de que necesitaba unos tirantes. Sí, unos tirantes negros para combinarlos con casi todo. Mientras la tuitiza seguía desplegándose en mi TL y mis amigas se empedaban solas, me ví ataviada con mi nuevo accesorio, la Y oscura trazada sobre la espalda de una camisa blanca como una nieve que aquí nunca caerá.»
«La idea se me había metido a la cabeza, en germen, desde que hacía semanas había visto, en medio de una tienda departamental, un maniquí femenino ataviado con esta prenda que ya lleva siglos circulando -al menos entre los hombres. La firme resolución de incorporarlos a mi guardarropa eclosionó esa noche de la memorable #pedasolitaria.
Y pues ya los tengo, gracias a la intervención del novio de una amiga que andaba en el gabacho. Porque antes los busqué en vano por la ciudad sin éxito, parecían el equivalente fashion del Santo Grial. Gracias a este buen amigo los estrené el jueves, rara vez me equivoco con mis intuiciones y esta no fué la excepción porque los amé. Además, me vinieron de perlas porque mantienen en su lugar al pantalón que de un tiempo para acá se me resbala. Aquí fué cuando descubrí que ese era el propósito de esta pieza del guardarropa: los tirantes eran los responsables de mantener los pantalones en su lugar antes del advenimiento del cinturón.»
«Desde hace rato me ha atacado un gusto tremendo por lo retro. A lo mejor ando nostálgica por esas décadas que no me tocó vivir. Hace muchos años, durante un curso de acuarela, el genial maestro Luis Eduardo González me dijo que tenía una cara como sacada de retrato antiguo. En ese momento creí que el tipo estaba loco. Hoy le doy un poco de crédito.
«Todo este asunto de lo viejo chic y mis nuevos tirantes me puso a recordar que una de las prendas consideradas el colmo de lo sexy en una mujer son, precisamente los ligueros: una especie de tirantes pequeños que se abrochan a la cintura y al borde de las medias para impedir que estas resbalen hasta los tobillos. Las mujeres modernas lo consideramos incómodo amén de impráctico, pero apuesto que usarlas muy de vez en cuando nos garantizaría un pase a imprimir un recuerdo imborrable en la memoria de nuestras parejas, novios, esposos o amantes.»
«Volviendo a los tirantes, en una mujer adquieren un carácter andrógino. Vestir una prenda que tradicionalmente le pertence al otro género le presta otro carácter a quien lo porta. Aquí es donde una puede jugar con esa parte masculina que tenemos, igual que los hombres con sensiblidad hacen con su parte femenina. Yo puedo ponerme mis tirantes sobre una camisa blanca y ofrecer un aspecto extrañamente masculino, pero si lo combino con unas perlas, o unos aretes y además añado un perfume añado feminidad a un look que probablemente se hubiera quedado solamente en algo inusual.»
«Admiro a las mujeres de cualquier edad que andan por ahí, y que ya tienen un estilo. Ya saben, de esas que cuando ves una pieza en una tienda inmediatmente piensas que les vendría bien, porque ya las ubicas con un sello personal. Para encontrarlo se necesita usar lo que te queda bien, lo que te gusta, informarte, y tener valor para ser tú misma, sin importar si hay gente a la que sabes que no le va a parecer. Si algo te late mucho, pruébatelo, sólo así sabrás de seguro si acertaste o no. No te quedes con la duda.»
Viva el estilo, vivan mis amigas que lo tienen, y a quienes lo están construyendo: suerte y qué emoción.