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El callo del dibujante

Hola. Esta semana extraña ha transcurrido en medio de un calorón digno del quinto infierno y mucha chamba. Llevo días con un pie engrapado a la mesa de trabajo para tener listos unos monos para un libro de ciencias naturales. Ok…les acabo de mentir. No son monos. He estado dibujando y coloreando frutas, verduras, leguminosas y demás alimentos, un huerto escolar y canastos rebosantes de rábanos, zanahorias, calabacitas y otros víveres que no puedo tragar en la vida real. Ahora les toca el turno a los animales, y parece que ellos no saldrán en el libro. Mi estilo dista mucho de ser científico, no soy capaz de ponerles pelos y señales a la manera estrictamente realista del término. He descubierto que soy enteramente una ilustradora de ficción. Lo maravilloso es que mi editoria es una mujer capaz de ver las potencialidades de cada uno de sus aliados y usar sus fortalezas de la mejor manera. Ahora estoy a la espera, lápiz en mano, del siguiente paquete de ilustraciones. Sé que será algo con lo que mi ojo y mi mano se sientan completamente libres.
Mientras aprovecho estas preciosas horas para trabajar en mis otras cosas.
Mi callo del dibujante (ubicado en mi dedo anular derecho) no para de crecer. Es un chismoso y un delator de lo peor. Sí, últimamente mi compañero más fiel es el lápiz. Y el calor, claro.
Caminen por la sombrita. El lunes pasado no lo hice y me tatemé la nuca horriblemente.
Bais.

¡Por cierto! ¡Ya esta en circulación el número cuatro de la magnífica revista KY! Pueden «hojearla» en línea en la siguiente dirección–> www.http://kymagazine.com.mx
Mi humilde colaboración está casi al final. Disfrútenla, consíganla. Es la onda.
Y también muy pronto, el número 28 del periódico cultural La Manzana engalanará con su irresistible presencia la ciudad. En esta jugosísima publicación también colaboro de ilustradora, los mantengo informados(as).