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Exposición «Las Historias» en Diana Martin Gallery

Este sábado 22 de Noviembre, al filo de las 20:00 horas, en Diana Martín Gallery abrimos las puertas para esperar a nuestros amigos, familia, coleccionistas y demás personajes amantes del arte. La noche anterior nos habíamos afanado en la museografía y la curaduría de las obras. Los clavos ya estaban en su lugar, las paredes resanadas y pintadas. Las cédulas listas. Los focos cambiados, listas las lámparas de aceite que decoraron la mesa de hierro forjado y azulejo del jardín.

La mañana del 22 nos encontró preparando el ramen tonkotsu que ofreceríamos por la noche, -ya haré un post específico sobre el ramen, por si gustan prepararlo en sus casas- elegimos este platillo porque lo amamos, porque como todo lo que vale la pena en la vida, toma tiempo, y porque nos encanta compartir nuestros hallazgos deliciosos.

La gente comenzó a llegar muy puntual, un par de minutos antes de las ocho incluso, al principio se veían pocos pero hubo un momento en el que ya estaba la galería repleta. Nunca habíamos tenido tantos invitados. Jos se afanó en servirles el ramen, había personas haciendo fila para la cena, otras miraban la obra y leían las historias. Yo trataba de platicar con todos, una tarea complicada porque verdaderamente eran muchos. Estábamos muy contentos, medio estresados porque queríamos atenderlos a todos muy bien pero felices por la afluencia. Al filo de las nueve dí el discurso inaugural, esta vez no lo anoté, improvisé, agradecí, expliqué de que iban las historias, los y las invité a leerlas toditas, y sobre todo, que tuvieran en cuenta que estas historias, las que yo había escrito, estaban muy lejos de ser las únicas que los cuadros podían inspirar, que cada uno de ellos podía hilvanar la suya propia a partir de mi trabajo. El programa de coleccionistas lo expliqué a partir de ejemplos de mis fieles compradores.

Amé ver que las personas no se cansaban de observar. En un punto hubo una mini crisis: eran tantas personas que se nos terminó la pasta. Jos se lanzó, heroico, a comprar más. Al final todos pudimos cenar bien y rico. El caldo se terminó. Cuando me subí al banquito para poder mirar hacia adentro de la olla no lo podía creer.

Hace un año creía que no iba a poder con el peso de mi vocación, pero las cosas se han movido y fluido noblemente.

Me emociona lo que me depara el futuro.