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Pintar con huevos

El temple es una técnica pictórica que no se llama así nomás porque sí. Se debe tener mucha paciencia y refundir las ansiedades en algún discreto cajoncito o ignorarlas un poco para poder ejercerla a sus anchas. Se pinta empleando pigmentos de colores los cuales se deben mezclar con una solución hecha a base de yema de huevo y diversos fluidos. Yo la estuve usando con simple agua destilada, según la preparación Orozquiana. Además, el temple debe aplicarse sobre un soporte (papel,madera,tela) previamente imprimado con cola de conejo impregnada de varios minerales que le den un tono blanco. La cola de conejo consiste en huesos pulverizados de -oh sí- conejo que, puestos a remojar una noche antes, forman una especie de gelatina viscosa que le prestará la adherencia necesaria a la mezcla. El cálculo exacto de los materiales a la hora de preparar la imprimatura es algo crucial, la responsabilidad debe ser completa al usar los ingredientes. Una equivocación podría desembocar en que la obra resultante se arruine.

Como me pasó a mí. Puse demasiadas capas de imprimatura en la tela. Eso derivó en catastróficas craqueladuras.

El temple debe ser aplicado en capas delgadas, como si fueran velos. Dejando suficiente tiempo para que se seque cada una antes de aplicar la que sigue. Aquí es donde entra la paciencia. Hay que esperar. Y como yo no esperé, también todo se fué al caño. En fin que hice todo mal. Una lástima porque el cuadrejo me había gustado.

Aquí les pongo fotos de la obra condenada. Vayan con cuidado con el temple, es maravilloso pero exige igual. No se parece ni al acrílico, ni al óleo, ni a la acuarela. Las obras en esta técnica tienen un brillo satinado como de retablo bizantino. Preciosas.

Este cuadro se autodestruirá en semanas, tic, tac...
Ups, craqueladuras, nefastas craqueladuras
Ash, tan bonito que había quedado el abanico